jueves, 23 de febrero de 2012

Creo que me ha pillado el toro... otra vez

Pues eso. Después de un tiempo muy extraño, con temperaturas de unos 3 grados bajo cero de noche, pero con sol y cierto calor (10-12 grados) en las horas centrales del día, parece que viene una semanita de buen tiempo y hay que aplicarse con los transplantes, que empiezan a brotar los árboles.

Entre el tiempo frío de fuera y el poco tiempo que le puedo dedicar esta temporada, creo que se me ha pasado el momento de transplantar un par de ejemplares que eran los que más lo necesitaban. Ya tenía la maceta preparada y todo, pero tendrán que esperar al año que viene, eso sí, a comienzos de enero, llueva o nieve. Como se ve, ya se mueve la brotación




Los dos son pinos. Muy malos (como todos los inquilinos de mi terraza), pero a los que tengo un cariño especial. Conservo seis árboles de mis inicios con el bonsái, allá por el año 1986, y dos son estos pinos. Lo han pasado realmente mal estos 26 años, olvidados, transplantados sólo dos veces... pero ahí están y después de tanto tiempo y de recuperar esta afición olvidada no puedo dejarlos abandonados.

Como por todo lo que sufrieron se lo merecen, voy a mostrar la historia fotográfica de uno de ellos. Lo planté, como un árbol de repoblación forestal de unos 50 cm de alto y el grosor de un lápiz, en el año 1986 (ya llovió). Con sólo un cambio de maceta en ese tiempo, llega a 1997 así




Destaca de él, sobre todo, la maceta. Artesanía pura, plástico del bueno. Aguantó 18 años y, cuando la cambié, no tuve ni que sacar el árbol de ella, se desintegró literalmente al intentar manipularlo. La tierra también era de cuidado, un bloque compacto. Lo único bueno la corteza, que empezaba a ser añeja.


Pero el pino nada, a lo suyo, tan sano y creciendo bastante dentro de lo que cabe. En julio de 2009 esta era su estampa


Y en octubre del mismo año, antes de cortarle las agujas, como llevo haciendo estos últimos años (excepto el 2010, en que tenía otros planes para él).


En diciembre de 2010, con el traspaso a la nueva terraza, lo traje de casa de mis padres, donde había estado todos esos años. Me animé a transplantarlo, pero por miedo, falta de conocimientos, falta de maceta o a saber qué, me limité prácticamente a rascarle un poco el sustrato y ponerlo en una maceta nueva un poco mayor. También alambré y podé para darle un inicio de formación y así quedó



A este árbol corresponde la imagen de la brotación del comienzo de la entrada y, después de todo este rollo, este es su estado actual


El tensor lo puse para ir curvando ligeramente el ápice hacia el frente, pues antes era casi recto


El objetivo es ir densificando dentro de lo posible las ramas, usando algunos brotes interiores que nacieron en estos últimos años y alambrar para compactar la ramificación. La corteza muestra los 26 años que lleva en maceta


Y, por eso sobre todo, por los 26 años que lleva conmigo, le tengo un cariño especial. También ayuda lo peculiar de la especie. Porque no es un Pinus sylvestris, ni un mugo, ni un parviflora, ni thunbergii, ni siquiera un Pinus pinea, nigra, halepensis...

Es un Pinus radiata, también llamado Pino de Monterrey o de California, justamente lo que se usó para repoblar en el monte en aquella época, hace casi tres décadas, en que lo planté en su primera maceta.


2 comentarios:

  1. Hola, a mi entender y por el estado de las yemas que muestras en las fotos todavía estas a tiempo de poderlo trasplantar.
    Un saludo

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  2. Muchas gracias por la información. Creí que ya estaba demasiado avanzado para el transplante. ¡Más trabajo para el fin de semana!. Tengo ganas de verlo en una maceta más apropiada, mejor dicho en una maceta, porque esto es un contenedor de raíces.
    Lo dicho, muchas gracias. Un saludo. César.

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